Libano querido te llevo en mi alma,
porque eres tan mío como tus montañas;
ese pueblo precioso que en bellas mañanas,
la brisa es tan suave que acaricia tu cara.
Ese pueblo mío que tanto yo adoro,
parece castillos de cuentos de hadas;
sus casitas blancas todas tan pequeñas,
brillan cual diamantes allá en la montaña.